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La próxima temporada del año 2023, Julián López ‘El Juli’ cumplirá 25 años de alternativa. Ha sido un cuarto de siglo como máxima figura del toreo de manera ininterrumpida. Un caso inédito en el toreo. Desde que el 18 de septiembre de 1998 el llorado maestro José María Manzanares y Ortega Cano como testigo le convirtieran en matador de toros, y ya antes como novillero en México y en Europa, El Juli arrasó en todas las plazas del mundo sin excepción.
Esta efeméride, los 25 años de alternativa, coincide con el 15 aniversario de su escuela taurina en Arganda del Rey. Por la escuela de Julián han pasado una cantidad incontable de jóvenes, que han aprendido la profesión y los valores del toreo. A los diez años de tomar la alternativa El Juli ya había invertido su dinero y patrimonio en un lugar de aprendizaje del toreo. Esta efeméride, los 25 años de alternativa, coincide con el 15 aniversario de su escuela taurina en Arganda del Rey cuyo curso 2022/2023 comienza esta misma tarde.
Hablamos con Ignacio López, empresario, escritor y director de la Fundación Cultural El Legado, heredera de la Fundación El Juli, y máximo responsable de la Escuela de Tauromaquia Julián López “El Juli” de Arganda del Rey. Un centro de enseñanza que arrancó su andadura el 15 de octubre de 2007, “aunque –comenta Ignacio– ya llevábamos tres o cuatro años con la Fundación, desde que Julián cediera sus honorarios de la Corrida de la Prensa de Las Ventas en la que mató seis toros en solitario a seis ONG diferentes. Ya teníamos bastante trabajo y números proyectos, así que nos pilló de sorpresa cuando Julián nos habló de crear una escuela taurina.Nos sorprendió un poco puesto que era algo realmente costoso, sobre todo económicamente. Él siempre habla de la etapa tan maravillosa de los primeros pasos en el toreo y que se sentía en deuda con el toreo por todo lo que le había dado. Yo no estaba del todo de acuerdo con esa afirmación, puesto que todo lo que ha logrado lo ha conseguido por sus propios méritos, con una dedicación absoluta e hipotecando su juventud y parte de su infancia. Pero en fín, era un gesto tremendamente generoso. Y nos pusimos a ello”.
Por primera vez una figura del toreo en activo creaba una escuela taurina. El Juli ha sido pionero en muchas cosas a lo largo de su vida. Su caché aun siendo becerrista, el impacto en México, el torero más joven en tomar la alternativa, la invención de suertes con el capote… Hasta llegar a nuestros días, con una búsqueda constante en la evolución del toreo y de la embestida, con el campo bravo convertido en un laboratorio de investigación. Incluso fuera del ruedo también fue impactante su irrupción como fenómeno social, casi a la altura de una estrella de la música, ocupando revistas para adolescentes y grabando varios anuncios en televisión. Fue el primer torero en tener una página web o en ceder su imagen para un video juego taurino.
Así que era evidente que la Escuela El Juli no iba a ser un centro de enseñanza más. “La Escuela estaba en su propia casa se podría decir, la Finca Feligrés de Arganda del Rey. Y debía estar a la altura de su nombre. No me refiero tanto en resultados, que también, sino en cuanto a amor a la profesión, en cuidar al máximo la educación, la tradición y la cultura taurina”.
Parecía claro que la escuela buscaría un nuevo Juli… o no: “Julián nunca podía ser el objetivo de los alumnos. Principalmente porque a la edad a la que muchos de estos chicos empiezan a dar sus primeros pasos, él ya era figura máxima, había recorrido el mundo varias veces y ya contaba con tres o cuatro cornadas en su cuerpo. Así que El Juli podía ser referencia, espejo, de entrega al toreo, de tauromaquia, o lo que sea, pero nunca objetivo, puesto que es un caso único”.
Aquel otoño de 2007 se presentó el primer curso, anunciando a los profesores Gabriel de la Casa, Paco Carmona, más las colaboraciones de Roberto Domínguez, José Antonio Carretero o Jesús Pérez “El Madrileño”. “Paco era un novillero de Arganda con una afición enorme. Y Gabriel aportaba toda su experiencia de muchos años como matador, sentimos mucho su reciente pérdida puesto que era una gran persona. A la primera convocatoria se presentaron 30 o 35 aspirantes y tuvimos que hacer una selección de alumnos. Fueron meses frenéticos, aprendiendo todos un poco sobre la marcha. Como con todo lo que se empieza lo cogimos con mucha ilusión, tratando de enseñarles todo, de buscarles constantemente facilidades, tentaderos, festejos, eventos… Poco a poco las cosas van cogiendo su ritmo y su identidad”.
De esa primera camada destacan nombres como los de Patrick Oliver, Miguel Cuartero, José Arévalo, Diego Fernández, Mario Palacios, Damián Castaño o Fernando Adrián. “Fernando llegó unos meses más tarde. Al igual que Damián, al que nos lo presentó su hermano Javier. Como entidad internacional la Fundación facilitaba la inscripción y residencia en Arganda del Rey de alumnos extranjeros o de fuera de Madrid. Así que estos chicos vivían juntos en un piso que tenía la Fundación y los inscribíamos en el instituto de Arganda. El seguimiento que hacíamos de sus estudios y comportamiento era constante”.
Estudios que no quedaban únicamente en los colegios o institutos: “En la escuela taurina dábamos mucha importancia a la parte teórica. Llegar a ser figura o gente importante en el toreo es muy complicado, son casos muy concretos, por lo que hacíamos especial énfasis en que antes de nada fueran buenos aficionados. Así que les hablábamos de muchos temas, les dábamos clases o hacíamos ranking de notas a través de exámenes. He de decir, por cierto, que reconozco que algunos de esos exámenes eran complicadísimos y a alguno pillé copiando con una chuleta… Pero anécdotas aparte estoy convencido de que todo eso les aportó mucho, porque yo mismo aprendí muchas cosas y descubrí toreros maravillosos como Curro Puya, Manolo González o El Calesero”.
En uno de los muchos eventos de la Fundación se dieron unas conferencias en Arganda tituladas Escuela de Vida. “Porque eso genera una escuela taurina. Un estilo de vida. Y una educación. Mira, la mayor parte de mi círculo social es ajeno al mundo del toro. Conozco amigos con hijos que quieren ser futbolistas, músicos, o lo que sea… A ninguno he visto con la educación que tiene uno de los alumnos de nuestra escuela, la nuestra o cualquier otra. Es una forma de hablar, de comportarse, de un saludo, de un buenas tardes, de un respeto a la jerarquía, a los mayores… No sé, es algo cada vez menos frecuente en la sociedad. Son los valores que te da el mundo del toro. Recuerdo que al principio hablábamos con los alumnos mayores para que ejercieran de tutores de los alumnos nuevos, que les ayudaran a adaptarse. Ahora no hace ni falta, se creó una especie de rueda, una dinámica… como un legado. Y es fantástico el compañerismo que tienen. Claro que hay competencia y bromas, incluso sus pequeñas novatadas como cantar delante de todos cuando van al campo por primera vez, pero es realmente emocionante escuchar jalearse los unos a los otros cuando uno está bien con un novillo o una becerra»
Siempre está el debate presente de la influencia de las escuelas en la personalidad de los novilleros, como que todos estuvieran hechos del mismo corte. Algo que Ignacio no comparte, pero con matices. “Estoy de acuerdo que eso nunca debe ocurrir. Las escuelas son importantísimas en cuanto a guiarles, a mostrarles el camino. Pero es de vital importancia fomentar su propia personalidad. No sólo respetarla, sino fomentarla. Hablando antes de aquel primer curso se daba el caso de que en la misma novillada podían torear José Arévalo, que era sorismo puro, con Diego Fernández, que era un profundo admirador de Rafael de Paula. Y así se les dejaba expresarse. Que el animal les enganche un muletazo, que salga de esta o esa manera… de verdad que no debería tener más importancia. Ya se aprenderá. Eso sí, siempre con entrega. Lo único que no debe faltar. Además, se disfruta mucho viendo a un muchacho torear entregado, con sus armas y mil carencias. La perfección es aburridísima y más en un chico que empieza”.
Pronto los resultados de la escuela fueron dando fruto, y se iban produciendo los primeros debuts con picadores. “En esos primeros años queríamos distinguirnos en que el trabajo de la Fundación no quedará sólo en la Escuela, sino que cuando pasaran al profesionalismo no se sintieran desamparados. Por lo que en algunos casos la Fundación trabajó en conseguirles novilladas picadas. Varios alumnos tuvieron ocasión de mostrarse públicamente. Esa ayuda llegó incluso hasta la alternativa, como en el caso de Patrick Oliver, que se la dio Julián en Nimes, y se convirtió en el primer matador de toros surgido de la Escuela. También hubo una apuesta fuerte con Fernando Adrián, que tuvo un primer año extraordinario como novillero y al que también doctoró Juli en Ávila”.
Con Fernando Adrián formó pareja como novillero Juan Leal, un torero frecuente ahora en las ferias.“Juan es un tío excepcional, con una gran afición, y tal y como se le ve ahora era entonces: todo entrega. Y aunque el coste de la escuela es simbólico, unos cinco o seis euros al mes, él se buscaba sus propios medios económicos para poder seguir viviendo fuera de su casa. Se bordaba su propio capote de paseo… Un gran tío que debería tener la mejor de las suertes”.
Los profesores fueron cambiando en años sucesivos y llegaron nuevas generaciones de alumnos, muchos de ellos de fuera de nuestras fronteras.“Sí. La Fundación tuvo un impacto fuerte en la América taurina y hubo un curso en el que contamos con alumnos de todos los países taurinos, incluyendo franceses y portugueses. Fue seguramente la época más brillante de la escuela, en la que, junto a la de Badajoz, pienso que obteníamos los mejores resultados. Aquí estaban mexicanos como Leo Valadez, Armillita, Antonio Lomelín o Brandon Campos… había colombianos como Sebastián Ritter, o peruanos como Joaquín Galdós, que venía de la Escuela de Málaga. Todos ellos se convirtieron en matadores de toros y tienen todas las opciones de crecer mucho más. Fue aquella una gran generación»
«En cuanto a los maestros llegaron José María Plaza, Javier Vázquez y Ángel Gómez Escorial, que aún sigue con nosotros. Les estamos muy agradecidos, como a los que pasaron anteriormente, porque pusieron mucho de ellos en estos chicos con total dedicación y entrega. Siempre la entrega…»
Julián López “El Juli” sin poder seguir in situ la evolución de estos chicos siempre ha estado presente en la trayectoria de los alumnos.“Es imposible, evidentemente. Pero los conoce a todos. Y pregunta mucho. Alguna vez, cuando pasa por Madrid, se ha presentado por sorpresa en la clase y las caras que se les ponen a los chicos son para no olvidarlas. No les suele hablar de cosas técnicas, sino de sueños y de que sean atrevidos. Sí suele estar presente en el Trofeo de la Escuela, que es en febrero y es una época que suele estar menos ocupada.»
Porque hablar de la Escuela de Arganda, es hablar de su trofeo anual. Un evento celebrado en la Finca Feligrés en el que se cuida todo al detalle y los alumnos tienen la oportunidad de presentarse ante sus familiares, aficionados, alcaldes, empresarios… “Para ellos es como torear en San Isidro. Es muy bonito. Siempre lo tratamos de envolver de algo diferente, de traer gente importante y de darle repercusión. Hace un par de años lo hicimos a modo de homenaje a los médicos taurinos. Y los chavales salen motivadísimos. Llevamos ya 15 ediciones y siempre surgen cosas mágicas: una sorpresa, un crío toreando como ni él creía que podría… De verdad, lo de menos es el trofeo al ganador. Me quedo con las sensaciones y emociones, como las de los compañeros sacando a hombros al alumno vencedor. Una tradición más de la escuela.»
De este certamen aparecen como ganadores los nombres de Amor Rodríguez, Adrien Salenc y Francisco de Manuel, son la penúltima generación de matadores surgidos de la escuela. “Amor tiene un meritazo porque ha toreado bastante menos y verlo el pasado año a punto de ganar la Copa Chenel fue una gran satisfacción. Adrien es casi como de la casa. Llegó aquí muy niño y en apenas unos pocos meses ya hablaba castellano. Es muy carismático y como digo casi le sigo considerando de la escuela pues entrena mucho aquí con Joaquín Galdós. Es un tipazo, de una afición enfermiza y está teniendo una evolución impresionante, sin ir más lejos se le vieron cosas el año pasado en Bayona que… ¡ojo! Me alegré mucho que fuera Julián quien le diera la alternativa. No podía ser otro. Y en cuanto a Fran también llegó a la escuela siendo muy pequeño y no paró de crecer en todos los sentidos. Siempre he asegurado que no iba a hacer cosas taurinas ajenas a Julián y que cuando él se fuera lo haría yo también. Pero he de reconocer que hubo un momento en el que me planteé algo más que ayudar a Francisco de Manuel en su trayectoria. Reúne unas condiciones extraordinarias y es el tipo de persona talentosa que jugando al fútbol, por ejemplo, también es bueno”.
El pliego de la plaza de toros de Las Ventas le dio mucha relevancia al apoyo a las escuelas taurinas de la Comunidad de Madrid, en especial a la Escuela Yiyo de Madrid cuya cuantía se duplicaba en el caso de la con respecto a la unión de las demás escuelas madrileñas.
“La Comunidad de Madrid a través del Centro de Asuntos Taurinos hace una gran labor de fomento en cuanto a la apuesta por las escuelas taurinas. Creo que lo más importante es la unidad de todos los estamentos y que exista la mayor igualdad posible. Por ejemplo en las oportunidades para las novilladas subvencionadas. Que deberían ser aprovechadas por los chavales con más condiciones sin importar la escuela de origen. No obstante estamos muy agradecidos a la Comunidad y al Ayuntamiento de Arganda del Rey, con los que tenemos una gran relación y que mantienen un apoyo magnífico a la tauromaquia”.
Un modelo único de enseñanza y aprendizaje. Una escuela de valores. Un centro ejemplo de trabajo en pos de la Tauromaquia y por el futuro de la Tauromaquia. Pero, además, es mucho más que eso. Una historia de tres lustros apasionante que iremos desgranando, paso a paso: Escuela de Tauromaquia de El Juli.
Escuela El Juli, un valor seguro: Los frutos de tres lustros de enseñanza
Desde que arrancó su andadura la Escuela Taurina El Juli hace 15 años, han 17 alumnos los que han visto cumplido su sueño de ser matadores de toros y muchos de ellos con presencia actual en las grandes ferias como Juan Leal, Joaquín Galdós, Adrien Salenc, Damián Castaño, Fernando Adrián, Leo Valadez o Francisco de Manuel, por poner algunos ejemplos.
Son los frutos de una escuela que es mucho más que eso. De hecho, su Director, Ignacio López nos desgrana algunas de las iniciativas puestas en marcha durante todo este tiempo: “Durante casi 20 años la Fundación El Juli ha realizado infinidad de proyectos sociales, los cuales me satisfacen mucho personalmente, y sobre todo de fomento de la tauromaquia. Son muchos para detallarlos aquí, pero me llenó mucho aquel programa tipo reality que hicimos con Movistar+, Eres Torero. Ahí hicimos una inversión económica muy fuerte y le pusimos muchas horas de trabajo, pero valió la pena. Conocimos a 200 o 300 chicos de todos los puntos de la geografía taurina compartiendo los mismos sueños. Fuimos a Valencia, a Málaga, a Bilbao… estuvimos en las mejores ganaderías, con profesionales extraordinarios. Fue una experiencia maravillosa y ojalá se pudiera repetir”.
15 años, 17 matadores de toros en un Cuadro de Honor para la historia y para el recuerdo:
- Patrick Oliver. Nimes, 9/6/11
- Damián Castaño. Gijón, 14/8/12
- Juan Leal. Nimes, 19/5/13
- Fernando Adrián. Ávila, 15/6/13
- Sebastián Ritter. Madrid, 4/10/13
- Brandon Campos. Mimizán, 23/8/14
- Fermín Espinosa “Armillita IV”. Aguascalientes, 1/11/14
- Antonio Lomelín. Morelia, 1/5/15
- Joaquín Galdós. Istres, 19/6/16
- Héctor Gabriel. Puebla, 21/4/17
- Javier Marín. Tudela, 29/7/17
- Leo Valadez. Zaragoza, 10/10/17
- Juan Miguel. Valdemorillo, 11/2/18
- Mario Palacios. Alés, 12/5/18
- Adrien Salenc. Istres, 19/6/19
- Amor Rodríguez. Torrejón de Ardóz, 22/6/19
- Francisco de Manuel. Colmenar Viejo, 30/8/21
Un centro de vocaciones taurinas. Todo un legado que cumple 15 años y mira con ilusiones renovadas hacia el futuro a través de la Fundación El Legado, heredera de la Fundación El Juli: “Con la Fundación Cultural El Legado mantenemos y ampliamos los objetivos de la Fundación. El Legado surge con la convicción de ayudar a preservar la identidad cultural y las tradiciones arraigadas de nuestro país. Son unos tiempos de máximo peligro por diferentes ataques externos y políticos. Y queremos transmitir esos valores a futuras generaciones. No sólo los de la tauromaquia, sino también los de nuestra literatura, la pintura, el flamenco, la escultura, la música, la gastronomía y otras disciplinas. Queremos que se conserven nuestras tradiciones, la identidad cultural y el carácter solidario”.
La nueva Fundación acaba de iniciar un nuevo curso de la Escuela El Juli. Por ella nos interesamos, en conocer su funcionamiento, profesorado y los alumnos que pueden ser sonar en los próximos años.
«Es ya el 16º curso que arrancamos», nos explica Ignacio López, quien detalla: «Ahí está en la web (www.fundacionellegado.com) la convocatoria para los interesados. No ponemos muchas condiciones, salvo las ganas reales de querer ser torero. Entrenan por las tardes en la finca (Feligrés) en un horario de 5 a 8 de la tarde. Actualmente tenemos alumnos de entre 8 y 20 años y contamos con dos novilleros con caballos a los que tratamos de ayudar en la medida de nuestras posibilidades: Jesús García y Álvaro Chinchón. Vamos a mantener los mismos profesores. Ángel Gómez Escorial, una persona del mundo del toro ejemplar, de una gran educación e inteligencia. Jesús de Alba, cuya cercanía tanto geográfica como personal facilita mucho las cosas, además de un carácter pasional con el toreo que me gusta mucho. Y Antonio Molina, que además de profesor es un magnífico banderillero. Antonio fue durante varios años alumno de nuestra escuela y representa muy bien los valores de la misma, que seguro he repetido varias veces hablando con vosotros: afición y entrega»