El acto ha comenzado con un minuto de silencio en recuerdo a las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela. Tras una cerrada y sentida ovación, la vida ha seguido su curso, y en los preciosos jardines de Piquío, a la orilla de un Cantábrico sereno, se han comenzado a desplegar pequeños capotes y muletas, y una multitud de niños han rodeado a los toreros.
Julián López “El Juli”, Miguel Ángel Perera y Alberto Aguilar han sido tres hombres felices rodeados de caras inocentes, en cuyos ojos se veía la enorme ilusión con los que han acudido a la cita.
La organización ha corrido a cargo de la Asociación Taurina de Cantabria, y ha contado con todo el apoyo del consistorio. El alcalde de la ciudad, Íñigo de la Serna, ha querido estar presente en este acto que ha resultado ser todo un acontecimiento. Junto a él, el concejal del área de Juventud y la vicealcaldesa. Otra de las presencias destacadas ha sido la de Constantino Álvarez, presidente del Consejo de Administración de la plaza de Cuatro Caminos.
La presentación y conducción ha corrido a cargo de David Casas e Isabel Virumbrales, quienes han hecho participar a todos los niños. Los pequeños han aprendido las distintas partes de la lidia, siempre dirigidos por la atenta mirada de los toreros, quienes les han enseñado a cargar la suerte, a coger la esclavina, a pegar verónicas, muletazos, pases de pecho y hasta la suerte suprema.
Durante una hora, se ha jugado al toro en Santander.